Es posible hacer de todo en la vida, algo sagrado así como es posible que nada tenga para nosotros una dimensión profunda, vasta, que nos interconecta a todo lo demás; de nuestra actitud depende. No hay quizás gesto más bello que el de bendecir, al bendecir  invocamos a Dios,  consagramos, vemos lo sublime en lo material y llevamos  lo material a lo sublime.

Si sólo comenzáramos por bendecir los alimentos, si fuéramos conscientes de que la fresa es luz condensada, luz que se viste de rojo y se encarna en un dulce sabor a marzo, si nos maravillamos de su textura al morder y nutrir nuestro cuerpo, al tomarla agradeceríamos.  Si sólo fuéramos conscientes de que el pan trae consigo el significado de los siglos, lo partió Jesús en la última cena, símbolo de símbolos; lo amasó alguien con oficio, lo horneó gracias al bosque que dio la madera, así como antes dio el grano la pradera y el cielo dio la lluvia.  En la miel la labor incansable de las obreras colaboración magistral de pétalos, colores, alas y fertilidad a manos llenas. En el vidrio del frasco la alquimia del fuego y la transparencia;  en la mantequilla un ternero compartió a su madre con nosotros, en la sal el mar y el sol que la evapora, todo en todo, la vida es un tejido de belleza interminable…

Todo se ofrenda en la creación para el hombre, y el hombre no es digno de ser el rey de la creación si no ve todo lo que se le otorga, si sólo toma, si sólo engulle, si pide y pide, si no bendice, si no agradece, si no se asombra.
Todo conectado a todo, entretejido, emparentado, indisolublemente vinculado en el viaje de la luz. La luz condensada en materia vuelve a ser luz en tu sonrisa, en tu mirar, en esa forma tan tuya, única, de hablar, de tocar,  sentir y pensar. Luz eres y en luz te has de convertir.

Sentir que somos parte de la cadena de la vida seguramente sea la única forma auténtica de vivir; bendecir la mesa cada día, cada comida,  recibiendo asombrados el tesoro que tierra y cielo nos dan, disfrutando cada bocado, honrando tanto regalo, desterrando por siempre la ilusión de que podemos tomar las cosas sin más, podría ser una buena forma de comenzar…

Luz eres y en luz te has de convertir.