Existen mil formas de vivir, que pueden ser agrupadas por la mirada del sabio en 3 categorías. La primera es vivir por y para la personalidad; la tercera es vivir por y para el alma; la intermedia es la Gran Transición. La Gran Transición está bien descrita en los textos de sabiduría, pero aún no suficientemente contemplada en los de psicología, crecimiento personal, etc. Concierne al gran viaje, el único viaje con verdadero sentido; la larga serie de vidas en las que trabajamos sobre nuestro ego para remodelarlo, embelleciéndolo gracias al permanente cultivo de los valores espirituales. Tu, yo y todas las personas de buena voluntad, estamos en una fase u otra de esa Gran Transición; conozcamos las escrituras espirituales o no.

A algunos de esos viajeros se les adivina con incertidumbre, a otros se les ve a la legua con certeza. La certeza es constatación de la luz, la luz es esa capacidad que tienen de aprender de todo y todos, ese sentido del deber arraigado que les permite no caer casi nunca en las trampas de la evasión, la fantasía y el deseo. Luz es esa disposición permanente a ayudar, dar y agradecer que los hace entrañables. ¿Entrañables dije? Los hace esenciales. Imprescinidibles, inolvidables.

A medida que nuestra comprensión sobre los procesos de desarrollo de la consciencia aumenta, nosotros, los de la Gran Transición, vamos dejando de agrandar nuestros egos, (ya gigantescos) y pasamos a la verdadera práctica espiritual: disolverlos.

Jesucristo dijo “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”. El Reino de los Cielos es un estado de consciencia no vinculado a ser o no cristiano, sino a ser luminoso. Como aspirantes en el sendero del alma, son precisamente las virtudes de la sencillez, la humildad, la apertura, la alegría y la transparencia las que nos hacen permeables a grados cada vez mayores de luz. Luz para vivir sabiamente, luz para irradiar con abundancia favoreciendo la claridad, la esperanza y la alegría en otros.

La clave para aumentar la luz es doble; el cultivo de las virtudes y la disolución de las fijaciones y defensas egoicas. El cultivo de virtudes nos da fortaleza, destreza y estabilidad. La disolución de los patrones mundanos del ego permite que esa fortaleza y destreza operen en dirección altruista. Es la disolución lo que da la inocencia y levedad de ser “como niños”. Es la disolución lo que libera al alma de la jaula en la que la personalidad no iluminada la atrapa.

¿Cual es la importancia de reflexionar precisamente ahora sobre la disolución? Así como el dormir ofrece disolución diaria y la luna nueva disolución mensual, Piscis ofrece disolución anual. Es la disolución lo que nos libera de nosotros mismos y somos precisamente nosotros mismos el peor enemigo. La disolución nos libera y la disolución es lo que más nos cuesta; desaprender, desenquistar, soltar, desapegarnos es vivido por el ego como pequeñas muertes y se resiste con uñas y dientes.

Dice Lao Tsé: “Todo lo difícil debe intentarse mientras es fácil”; la ventana en que es fácil, lograr disoluciones es durante la última semana de Piscis. El doceavo signo genera energías que culminan las energías anuales y que sutilmente contienen la semilla del nuevo ciclo. La última semana de Piscis, (que generalmente va del 15 al 21 de marzo) debería ser aprovechada como punto nodal importante para cambios profundos.

EJERCICIO: Tenemos el día de hoy como momento excepcional, quizás podemos meditar y luego conversar con nosotros ante un folio en blanco y ver que respondemos…

1- ¿Qué es lo que más me gustaría soltar en mi vida como tendencia física / emocional / mental / para que ya no se repita? ¿Desde cuando?

2- Si veo que lo postergo puedo preguntarme: ¿Que cosas me digo para convencerme de que depende de otros? ¿Que pasaría si admitiera hoy, aquí, de forma radical que si algo está en mi vida, quien debe cambiar soy yo?

3- ¿Cual es mi compromiso con las prácticas que desarrollan mi consciencia llevándome a grados mayores de paz y libertad interior? ¿Ha aumentado en el último año? Si no aumenta ¿que motivos hay ? De nuevo… ¿que motivos hay, seguro no son excusas?

Que la voz disuasoria de la personalidad, que persiste en seguir con sus viejos patrones, nos encuentre sordos. Que el susurro del alma, nos encuentre dispuestos.

Que la personalidad siga al alma y el alma colme a la personalidad.