Amar es nadar en un océano misterioso y es dejar de nadar para dejarse llevar, no sabiendo. 

El 2022 acaba y les deseo lúcida recapitulación para una mejor nueva siembra. No es un año más; junto con el 2020 y 2021 hace parte de la zona álgida de un ciclo de transformaciones colectivas radicales. Las transformaciones seguirán y serán intensas. Lo nuevo será que nuestras resistencias ante ellas van a suavizarse. Podremos empezar a sentir la paz que da la confianza, en otras palabras pasaremos de pensar “el cambio es bueno” a sentirlo. Si logramos danzar con él, el 2023 traerá grandes regalos. 

Decía Helen Hunt Jackson “Cada amanecer ve nacer un nuevo año”, mirar naciendo cada día, es la actitud de la personalidad conectada con el alma. Para el alma nada de lo que se va debía quedarse, nada de lo que llega es arbitrario o equivocado. Para el alma la vida es buena y sabia, en todo suceso hay resonancia con el receptor y en toda situación es posible preguntarse por la lección. La sola pregunta – si es de corazón- permite a la luz abrirse paso. 

Cuando la luz se abre paso, nos acerca al verdadero amor. 

Amar es nadar en un océano misterioso y es dejar de nadar para dejarse llevar, no sabiendo. 

Un Feliz 2023 guiados cada vez más por la luz del alma 

y mi profundo agradecimiento, a cada uno de ustedes por vuestra valiosa compañía.