Si, zarpar…

Caminar descalzo
por el muelle
del adiós,
sintiendo a cada paso
en tu piel, la piel
del sol,
y su luz,
en tu razón.

Embarcar en el viejo velero
que tanto sabe,
y tan amoroso aguarda.
Soltar amarras.

Zarpar,
aunque las costillas quebradas
de la esperanza,
dificulten respirar.

Saber que no hay
verdad,
con la que el corazón
no pueda,
pues de verdad
está hecha
su esencia.

Aferrarte
con todo vigor
al amor,
y sólo a él.

Decir adiós.

Desplegar
todas las velas.
Sentir el viento
desenredando de apegos
la melena,
y dejar que el mar
te bendiga,
con el oleaje
de
tu
propia
alma.

Sumergirte
en su hondura
luminosa.

Ver caer las tardes
por el reloj
de arena,
ver vaciarse la tristeza,
y volverse
la calma
plena.

Dejar que el mar
te bendiga,
con el oleaje
de
tu
propia
esencia.

Dar
gracias.