Imaginemos un 2018 sabio, quizás delgado, con barba blanca; puede que incluso cabellera larga, tiene mirada profunda y amorosa.

¿Que nos diría? ¿Qué nos desearía?
Diría poco, los sabios dicen lo justo.

Nos desearía que nos hiciéramos las preguntas correctas y que tuviéramos el valor y la paciencia, de escuchar en nuestro corazón, las verdaderas respuestas.

Nosotros, menos sabios, probablemente preguntaríamos por aquello de las preguntas…

El sonreiría con infinita luz,  y aclararía: preguntas simples y esenciales. Preguntas para crecer, para traer más luz a los días y más cielo a los vínculos.

¿Que situación frustrante se repite en mi vida?

¿Que sentimientos que me restan paz suelo tener?

Lo que se repite, nos llama con insistencia porque a la primera no escuchamos; y de verdad pretende, por nuestro bien, hacerse entender. Es un mensajero decidido a saltar rejas, tocar puertas, tirar piedras a la ventana, o si es necesario bajar por la chimenea… Lo que se repite es siempre una lección no aprendida, (jamás la vida vuelve a traer lo que está bien integrado). Las lecciones que se aprenden, implican cambio de visión, de actitud, de consciencia y siempre nos acercan al amor.  Aprender en términos de un sabio, es aprender a amar.

Lo que nos resta paz, nos muestra algo que debemos dejar partir.  La paz es silenciosa, leve, cálida, mullida, acogedora. La prisa es ruidosa, la culpa es pesada, el miedo es frío, el enfado es áspero; la queja es pésima anfitriona.

La paz indica un corazón abierto.

A buen seguro  hemos puesto cara reflexiva, porque el anciano venerable nos mira divertido. Aguarda. Lleva una túnica de seda sencilla, de perfecta caída, con cuello y manga bordados, realza su estatura.

Hizo bien en esperar.
Uno de nosotros pregunta por los “no puedo”.

Él coge uno y le da la vuelta. En el dorso leemos “no puedo así”; “no puedo ahora”; “no puedo solo”… Y comprendemos.

Ya cogiendo el tranquillo, nosotros mismos nos hacemos alguna pregunta esencial, y él las lee en nuestra mente. ¿Cuanto hemos crecido en nuestra capacidad de amar en el último año?, ¿empleamos el tiempo como quien administra un tesoro? Sonríe, nos ve encaminados.

El 2018, sabe que su ciclo será de mayor felicidad,
ya que ella está, donde esté el amor;
esa capacidad nuestra de dar, acompañar, alentar y comprender
que nos permite realizarnos, de la mano.