Nació entre nosotros
para que nazcamos a Él en nosotros.
Nacemos como Él,
con hebras divinas y humanas trenzadas,
pero nosotros…
Nosotros, lo olvidamos.
Nació entre nosotros,
nos conocía más de lo que nos conocemos,
nos amaba más de lo que nos amamos.
Conociéndonos y amándonos
nos legó alas y sed de vuelo.
Habló del amor más allá del amor humano
porque Él era y es,
el Amor del Cielo.
Te legó alas y sed de vuelo.
Es el Amor del Cielo y te llama.
¿La sientes?
¿Sientes Su voz en ese lugar de ti que es eterno?
Su voz no atraviesa los siglos,
habla ahora, aquí, en tu centro.
¿Te permites aquietarte y escucharla?
Si te aquietas, te interiorizas.
Si vas dentro, dentro…
más allá del ruido la escuhas.
Él es el camino al Padre,
el camino al Espíritu, es el alma.
Cuando Él, el Amor del alma te imanta
te elevas al plano donde el mejor destino puede encontrarte.
El mejor destino… es vivir a lo grande.
A lo grande, recorriendo el camino de Luz y Amor
que Él recorrió.
Nació entre nosotros,
para que nazcamos a Él en nosotros.
Nos legó las alas y la sed de vuelo.
Volar es batir alas hacia el recuerdo.