El amor encontrará su camino, incluso a través de lugares
donde ni los lobos se atreverían a entrar.

Lord Byron

El amor es al amor de pareja, lo que el cielo a una estrella; lo que el océano a una bahía; lo que un árbol al bosque. San Valentín, se dedica a esa estrella, a esa bahía, a ese árbol frondoso del columpio pintado de blanco, en el que la intimidad pasa las horas tranquilas de la tarde.

El amor no queda lejos de ninguna de las virtudes del corazón, porque es la suma misma de todas; pero ya que nos ceñimos a ese árbol, hablemos de la dama que se columpia.

La intimidad es el antídoto mismo a la soledad, es quien la arranca de raíz y la quema como a mala hierba. ¿Y cómo seguimos sintiéndonos solos si el antídoto existe? ¿Que anda pasando con nosotros? Quizás sea que la intimidad que nos hace grandes, fuertes, felices, no es la del cuerpo; es la del ser y esa requiere valor…

Amar es dejarse conocer y conocer al otro, profundamente. Es no tener barreras, abrazar, aceptar, comprender. Quien abraza así, se sumerge y eso diluye fronteras. Quizás no haya nada que anhelemos tanto, y nos asuste tanto, como diluir nuestras fronteras.

Intimidad es mostrarse del todo, sin reservas, sin cuentos, sin excusas; es ser transparente.  Eso no resulta simple, porque para mostrarse así, hay que amarse primero. Hay que abrazarse, aceptarse, comprenderse y conocerse. Hay que estar en paz con la propia historia, y saber no sólo de dónde venimos, sino a dónde vamos. Sin esa otra intimidad de amarse uno mismo sin condiciones, el amor no puede aterrizar en nuestra vida, ni hablar en nuestra palabra, ni sentir en nuestra piel.

La transparencia es todo un logro, porque supone trascender muchos temores que harían detenerse a los lobos. Se suele creer que valiente es el que conquista cosas afuera, la real valentía conquista adentro. Luego de ella, los efectos afuera siempre serán buenos y probablemente permanentes. Trascender los temores universales de ser rechazado, no ser suficiente, ser abandonado o peor aún ser traicionado, no es poco; no trascenderlos es quedarse con las cadenas. Si, la transparencia es todo un logro, supone estar del otro lado no sólo de temores, sino de vergüenzas, complejos y culpas.

Viaje de viajes, sólo quien se atreve con la travesía interior de verse a la luz compasiva del corazón,  descubrirá que cielos aguardan en la intimidad del alma humana.

Sí, la intimidad es sinónimo de valor.
Que no nos engañe su delicada figura en el columpio,
si bien es sensible, llena de matices, delicada y hermosa;
en el centro, es más fuerte que un león.

La intimidad es sinónimo de valor,
sólo quien es valiente se entrega.

Entregarse es permitir que nazca un nosotros,
en el que mi definición de mi, te incluye,
soy quien soy, porque te amo, y me se amada.
El nosotros que surge de la verdadera intimidad
continúa en ti, si me toca partir primero
perdura en mi, si cruzas antes las puertas del cielo;
la intimidad es el antídoto mismo de la soledad
y de la muerte.